Víctima 2
- Izar Lizarralde
- 30 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar 2022
Al igual que miles de mujeres a lo largo de toda la geografía internacional, yo también he sido víctima de violencia basada en género. Y recalco la palabra "basada", porque quiero incidir que no solo somos mujeres las que sufrimos violencia por motivos únicamente vinculados a nuestro género y a la forma que tenemos de mostrarlo ante la sociedad.
Siendo sincera, podría narrar varias historias en las que figuro como protagonista, pero quiero extenderme solo en una, por la gravedad que en ella se muestra. Yo fui víctima de una violación sin darme apenas cuenta. Y pensaréis ¿Y cómo no te diste cuenta de que te estaban violando? Fácil y sencillo, a diario millones de personas son violadas por sus parejas sexuales y sentimentales sin saberlo. Esto ocurre, porque desde temprana edad se nos educa a complacer a las otras personas como norma, a hacer feliz al otro aunque tú tengas que sufrir para ello, y a que si no pronuncias directamente un "no", no estás prohibiendo o impidiendo que eso ocurra.
El caso es que, por aquel entonces, me disponía a acostarme por primera vez con un chico que había conocido días antes, siendo este mi segundo encuentro sexual en toda mi vida. Sí, solo había tenido un novio previamente, y era la segunda vez que me disponía a tener un encuentro sexual. Todo comenzó en la playa, todo ello muy romántico y premeditado (no por mí), aunque pronto se convirtió en la peor experiencia de mi vida. Mientras me encontraba en un momento de besos y caricias, el susodicho decidió, sin consultarlo, tumbarse sobre mí, y sin usar ni condón ni respeto, decidió penetrarme numerosas veces. Como es obvio, yo le dije que parase, que me estaba doliendo, que no quería seguir, que no tenía condón... Pero fue inútil, él buscaba su placer y siguió a pesar de los movimientos que yo realizaba intentando liberarme.
Soportando el dolor y el asco, porque sentía asco, que me producía la situación, y en un alarde de fuerza, traté de extender mi mano hacia mi teléfono móvil para llamar a mis amigas, pero fue imposible, él se había encargado de cambiar mi teléfono de sitio y, por si fuera poco, aprovecho la ocasión para agarrarme de las muñecas.
De pronto, algo cambió en su mirada, me miró a los ojos y me dijo: ¿Quieres que pare? A lo que, como es obvio, respondí que sí. Entonces, se vistió, recogió sus cosas y esperó a que yo hiciera lo mismo. Una vez hecho esto, me acompañó a donde estábamos previamente con nuestros amigos y amigas, y se fue.
Esa noche no conseguí dormir, la vagina me sangraba y me dolía, y al día siguiente teníamos que volver a mi ciudad natal, hecho que me crispó y me llenó aún más de nervios porque no me atrevía a hablar con mis padres. Mis amigas me preguntaron y les conté lo ocurrido y, a pesar de su insistencia, nunca hicimos nada al respecto. Quedó como una anécdota, e incluso hubo gente que nunca creyó mis palabras por el hecho de no haberle denunciado o haber dejado que la gente fuera "a por él".
Lo peor de todo es que seguí en contacto con él, seguí manteniendo relaciones, durmiendo con él, compartiendo mi tiempo con él... durante casi seis años. Cuando iba a su ciudad, le llamaba. Tenía una dependencia enorme, que me llevó incluso a dejar mi ciudad natal para comenzar una vida allí. Le presté dinero, dejé de hablar con mi entorno por él y por defenderlo... En mi cabeza retumbaban impulsos diarios por escribirle, llamarle y enfocar mi vida hacia él. ¿Absurdo? ¿Ilógico? Sí, pero yo le quería y la sociedad, y los grandes mitos del amor romántico, me impulsaban a seguir imaginando cuentos de princesas alrededor de una persona que jamás quiso nada conmigo, jamás me respetó y jamás lo haría.
Hoy en día, y desde una mirada más madura y cultivada, soy consciente de que todo eso no fueron más que subidas y bajadas alrededor de la escalera de la violencia machista, que fui una mujer agredida, indefensa, aplastada e infantil, y que no fui capaz de reaccionar.
Por todo ello, solo quiero recalcar que yo ya me he curado y me he perdonado con mi pasado, y con él, ya que hoy en día cada uno hace su vida y nuestra relación es meramente amistosa. Él actualmente se encuentra compartiendo su vida con otra mujer, en la que a menudo pienso y deseo que no trate como a mi.
Si yo he sido capaz, vosotras también.
Lucha, denuncia y quiérete.
Viva la revolución feminista y la sororidad.
Comentarios