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Paula Belenda: "Los peligros de una mochilera se remiten a los peligros de ser mujer"

Actualizado: 21 mar 2022


Paula Belenda es una leonesa que lleva siete años explorando destinos remotos. El Covid-19 hizo de su nueva aventura toda una experiencia, confinándola en uno de los destinos más desconocidos a ojos del turismo, Arabia Saudí. Los primeros visados a ciudadanos extranjeros fueron emitidos en 2019 y Paula es la primera mujer en recorrer "a dedo" su territorio. Su vitalidad y energía positiva traspasaron las pantallas durante nuestra videollamada. Espero que experimentéis lo mismo a través de sus palabras.

¿Cómo es Paula?


Soy una persona muy simple y emocional. Me gusta lo sencillo, lloro mucho con las cosas bonitas y disfruto con la gente auténtica y los pequeños momentos.


¿Cómo era tu vida antes de hacerte mochilera?


Siempre he sido como soy ahora, aunque viajar haya cambiado ciertos aspectos de mi personalidad. Mi vida era muy normativa y tranquila. Acabé el instituto, seguido la universidad y un máster.


¿Y ahora?


Es mucho más entretenida. Desde pequeña he sido muy independiente y estoy feliz de poder decir que, desde hace siete años, también lo soy económicamente. He conseguido lo que siempre he querido, tener una libertad total. Ahora decido sobre mi vida; qué, cómo y cuándo hacer lo que me apetece.


¿Hubo algún motivo detrás de este cambio de estilo de vida?


Ojalá hubiera una razón más bonita, pero empecé como mochilera por no gastar mucho. En la universidad hacía viajes con el poco dinero que tenía, porque era una forma práctica y económica. Con el tiempo, me di cuenta de que lo que me atrapó no era el ahorrar, sino las experiencias. Antes, la Paula de diecinueve años haría un viaje mediante la aplicación de Couchsurfing y pensaría “me voy a quedar gratis en casa de alguien”, es un pensamiento muy feo. Ahora, valoro conocer a personas, experimentar junto a ellas y guardarme esos momentos en la mochila. Sé con certeza, que muchas de mis mejores experiencias lo han sido gracias a gente que he conocido viajando de esta manera. Mi perspectiva ha cambiado completamente.


¿Por qué escoges destinos remotos en vez de los convencionales?


Soy muy curiosa. Me interesa todo lo desconocido, ya sea por aprendizaje o por vivir una aventura. Tampoco me da miedo hacer cosas nuevas. Cuando empecé a viajar a estos destinos me atraía lo inexplorados que estaban. Cuanto más diversos, más ganas tengo de conocerlos. La diferencia cultural, social, paisajística… ofrecen mucho que descubrir. Con la globalización, las aerolíneas o los trenes de alta velocidad es cada vez más fácil llegar a todas partes. Eso ya no me interesa. No quiero montarme en un avión y llegar a mi destino. Quiero viajar a lugares a los que tenga que esforzarme más para llegar o descubrirlos sin querer. Además, algo que me interesa mucho es desmontar las ideas preconcebidas que tengo de un lugar. Si sé algo de ese sitio, puede ser información distorsionada por los medios de comunicación o las ideas de la gente. Me interesa ir a mí, personalmente, ver la realidad con mis propios ojos y formar una opinión. Tus emociones están a flor de piel. Vas mirando a todas partes e intentando captar toda la información posible. No es un turismo preparado, es todo nuevo, son destinos auténticos. En estos lugares ocurren las experiencias más intensas.


Has mencionado que los medios muestran una realidad diferente a la que estás viviendo viajando a esos “destinos desconocidos”. ¿Qué prejuicios encuentras en sus discursos?


Prejuicios basados en el desconocimiento. Creo que la región más afectada por estas difamaciones es el mundo árabe. Es cierto, ocurren cosas malas, pero no es todo como lo muestran. Es un pueblo hospitalario lleno de personas que te quieren ayudar. Hay millones de realidades. He ido a países como Egipto o Argelia en los que he tenido que enfrentarme a algún que otro problema, pero no podemos meter a todo el mundo en un mismo saco. Cuando dije a mi familia y amigos que iba a venir a Oriente Medio, Omán, Arabia Saudí, etc.; los comentarios que escuché eran “te van a raptar”, “van a matarte allí”, “ya no vuelves”. Están fuera de lugar y todo por la incultura e inexperiencia. Cuando vienes aquí, es otra cosa totalmente diferente.


¿Tú tenías prejuicios?


Cuando salí de Omán y me dirigía a Arabia Saudí, pensé que me iba a encontrar con personas muy estiradas. Venía de lugares con gente muy campechana, como los omaníes, los libaneses o los jordanos. El hecho de que fuese una población con mucho dinero y se dedicasen a la industria del petróleo influyó mucho en la idea preconcebida que tenía de los saudíes. De hecho, hasta mis amigos de Omán me decían “Paula, no pienses que los sauditas son igual de humildes que los omaníes”, “no creas que van a ponerse a hacer un picnic contigo en el suelo”. Para nada fue así. He hecho viajes con mis amigos sauditas. A los jóvenes les encantan las aventuras, los pícnics, las acampadas... Es gente que ha viajado muchísimo y están abiertos a nuevas experiencias. Me sorprendió muy positivamente.


¿Y la parte negativa de los sauditas?


La parte negativa de Arabia Saudí ya la conocía. Es un tema un tanto complicado. Cuando vine aquí, sabía lo que me iba a encontrar. Vulneran muchos de los derechos fundamentales y los derechos de la mujer. Es una realidad todavía presente y hay muchas cosas que no me ha gustado presenciar: conversaciones que he tenido con amigos míos sobre sexualidad, feminismo, etc. Aun así, te encuentras a gente, normalmente joven, que intenta entender tu realidad y conocer tu punto de vista. Hay temas que parece que no entienden o, quizás, no los quieren entender.


¿Crees que hay una gran diferencia de pensamiento entre los adultos y los jóvenes?


Mucha gente joven ha tenido el placer de ir a estudiar al extranjero y ha adquirido pensamientos diferentes a los inculcados. Al conocer distintas culturas y formas de vida, se nota que puedes hablar de otra manera con estas personas. Aun así, muchas veces se mantienen ciertos pensamientos retrógrados. Hablamos de un país ultra conservador, probablemente el más sobresaliente en este sentido. Hay ciertos matices que te hacen dudar de la posibilidad de cambio en su mentalidad. Sus valores están muy arraigados, pero tengo la esperanza de que, muy poco a poco, la situación vaya cambiando.


Ahora estás en Riyadh. Llegaste a Arabia Saudí para explorarla como un destino más de tu viaje, pero acabaste quedándote por el Covid-19, ¿verdad?


Todavía me suena rara esta historia. Hay una pandemia mundial y vivo en Arabia Saudí, si. La idea era seguir viajando por Oriente Medio, llegó el Coronavirus y cerraron los aeropuertos, que, por cierto, a día de hoy siguen cerrados para vuelos internacionales. No se puede salir de aquí hasta enero.


¿Tienes pensado retomar el itinerario cuando recuperen la movilidad internacional o hay algo que hace que quieras quedarte?


Ahora, viajar como yo quiero hacerlo no es posible y tampoco me apetece volver a España para estar confinada en mi casa. Muchos de los destinos a los que quiero ir ya son duros de por sí. Si la sanidad no es buena y el estilo de vida no es favorable, ¡como para añadirles una pandemia!. Quería ir a países de África y Asia Central y creo que ahora no es el momento. Además, aquí estoy bien. Estoy trabajando y es una vida cómoda. Hasta que pase todo, voy a quedarme.


¿Y si se encontrase la solución a la pandemia?


Seguiría con mi viaje. No dejo de planear rutas, por mucho que no pueda hacerlas ahora mismo. Voy a terminar mi viaje por Oriente Medio, seguir por Asia Central y tengo pendiente un viaje en moto por África.


¿Podrías hablarme de algún momento o persona que te haya marcado en sus viajes?


Me vienen miles de momentos a la cabeza, pero, pensándolo en frío, me doy cuenta de que son especiales gracias a la gente que me ha acompañado en ellos. Son situaciones creadas gracias a personas que has ido conociendo y te han permitido entrar a sus vidas. Por ejemplo, me encanta cuando voy a otro país en el que no conozco a nadie y me invitan a bodas. ¡Me encanta ir a bodas! Ves otra parte más íntima de la cultura y son ocasiones en las que todo el mundo está feliz.


¿Son abiertos a la hora de conocer gente y dejarla entrar a sus círculos?


Conmigo sí y es un privilegio. Ha llegado a ser hasta agobiante. Quieren saber cosas de ti, acercarse, conocer, preguntar… son muy curiosos. Pero claro, esta es mi experiencia. También hay que tener en cuenta mi carácter y la facilidad que tengo para relacionarme con las personas. Conozco a otros que piensan que es complicado.


Me interesa mucho el tema religioso. ¿Eres creyente?


No, soy atea.


¿Y cómo es convivir con una sociedad tremendamente religiosa?


Ha sido fascinante conocer esa parte. A día de hoy, creo que tengo una idea bastante sólida del Islam. He invertido mucho tiempo en conocerlo y aprenderlo. De hecho, hice el Ramadán para vivirlo con ellos y entenderlo mejor. Además, Arabia Saudí se basa en la parte más extremista y fundamentalista de la Ley Islámica. Pensé que todo el mundo iba a vivir la religión de la misma manera y que su vida iba a estar mucho más marcada por esta, pero no es así. Ha sido interesante ver diferentes puntos de vista que no esperaba encontrar en Arabia Saudí. Conocí a un hombre que me dijo que tenía crisis de Fe, mientras otros me preguntaban por qué no me convertía al Islam, porque es la mejor religión del mundo. Muchas veces, para no entrar en bucle en una conversación sobre la religión, he dicho que era cristiana. Si les dices que no crees en nada es más difícil que te entiendan.


A veces, la gente tiene miedo a decir lo que verdaderamente piensa sobre ciertos temas, sobre todo en el ámbito político y social. Es difícil llegar a comprender al cien por cien la mente de estas personas, porque puede que piensen una cosa y te estén diciendo otra para quedar bien.


¿Hay muchos tabúes a la hora de entablar conversación en estos países?


Yo siempre pregunto abiertamente. He preguntado por la religión, por la guerra con Yemen, por temas sociales, etcétera. La gente suele evitar el tema o te da una respuesta un poco vacía. Es complicado tratar ciertas cuestiones.


¿En qué país te has sentido más cómoda?


Si tuviese que hacer una lista de mis cinco países favoritos, Omán entraría entre ellos. La gente es muy linda, son muy dulces y tranquilos. Les solía decir que parecían camellos, por la paz y la tranquilidad con la que vivían. Te hacen sentir muy a gusto. Siempre están dispuestos a hacer planes y están muy conectados con la naturaleza. Además de ser muy abiertos de mente.


¿Hay algún país al que no volverías?


Argelia y Egipto. Viajar como mujer a estos países se me hizo muy pesado. Hay mucho acoso callejero. Cuando viajas como mochilera quieres moverte con tranquilidad, tener tu espacio y tomártelo con calma. Allí fue imposible. Tienes que estar vigilando todo el tiempo que nadie te siga o quiera hacerte algo.


¿Crees que hay diferencias entre hombres y mujeres en el mundo del backpacking?


No. Incluso creo que nosotras podemos llegar a tenerlo más fácil, porque la gente suele confiar más en las mujeres que en los hombres. Tampoco creo que sea algo positivo, porque suelen tener una concepción negativa al verte viajar sola. Creen que tienen la necesidad de protegerte. A las chicas nos dejan entrar en sus casas, conocer a sus familias o convivir con sus mujeres; algo impensable si se tratase de un hombre.


¿Y la seguridad?


He desarrollado mucho el sentido común. Después de tanto tiempo viajando, vives alerta. Cualquier cosa te llama la atención. Situaciones extrañas te pueden ocurrir en cualquier parte. Ahora, al ir caminando por la calle, sé si un coche me está siguiendo o no. Piensas en buscar un sitio seguro, acercarte a alguna persona, entrar en un local… No es la primera vez que me pasa. Es una pena, pero es la realidad.


¿Piensas que una mochilera debe cumplir con unas características determinadas?


Cualquier mujer puede viajar sola. En cuanto a la seguridad, los peligros de una mochilera se remiten a los peligros de ser mujer. Me gustaría matizar, que no invitaría a cualquiera a ciertos países. Hay zonas en las que tienes que tener paciencia, vivir con la incertidumbre de qué te va a pasar, saber pensar rápido, tolerar las malas infraestructuras, etc. Hay países que no están preparados para el turismo y te obligan a improvisar. No puedes agobiarte ante las adversidades y ponerte a llorar. Todo el mundo no es capaz.


En varias ocasiones has dicho que ayudas a mujeres a reivindicar su espacio a la hora de viajar. ¿Cómo llevas esto a cabo?


Siempre que puedo intento hablar sobre ello en redes sociales. Me interesa utilizarlas para contar mi historia y que cualquier mujer que me vea sepa que ella puede hacerlo. Tú puedes hacerlo, tu hermana o tu vecina. No hay ninguna diferencia entre tú y yo. También me parece importante narrar las historias de las mujeres que voy conociendo por el camino, pueden enseñarte muchas cosas. Si nuestras historias le hacen replantearse a una sola mujer su capacidad de dar el paso, han servido de algo.


¿Hay algo que no hayas podido hacer por ser mujer en estos países?


No. Yo no tengo ningún límite. Cualquier cosa que vea que un chico puede hacer, yo también quiero hacerla. Tampoco me han prohibido hacer nada en ningún momento. Siempre me ofrezco voluntaria para cualquier plan. Si que se han sorprendido por verme tan animada con alguna actividad, que normalmente practican los hombres, pero no han tenido problema. Si alguien me prohíbe hacer algo, me entran más ganas de hacerlo. Bien es cierto, que hay cosas que a mí me permiten hacer, pero para sus mujeres sería impensable. La influencia de la sociedad y de su comunidad es brutal.


¿Qué has aprendido de las mujeres que has conocido?


Para mí es esencial establecer una conexión con las mujeres que conozco cuando viajo, mucho más que con los hombres. Sobre todo con las mujeres de países en los que el hombre ocupa el espacio público. Las mujeres están relegadas a un espacio privado y en segundo plano. Aprendo mucho de la diversidad. Sus historias y formas de vida me animan a hacer más cosas, siento que lo hago en su nombre, ya que ellas no pueden hacerlo.


Entre ellas, ¿hay alguna que se salga del prototipo de mujer de los países árabes?


En Arabia Saudí he conocido a mujeres que me han inspirado muchísimo. He estado con la primera buceadora técnica saudita, en un país en el que hasta hace tres años estaba prohibido dar clase de educación física en los colegios, para que las mujeres no se “descarrilasen”. También hablé con la primera piloto de Fórmula 4 del país, cuando hace cuatro años ellas no podían conducir. “Somos las primeras para que muchas más vengan detrás”, me dijo. Si que es cierto, que hay mujeres con más independencia económica e ideas más aperturistas en sus familias, pero independientemente de eso, no lo han tenido nada fácil para llegar a donde están. Están marcando un antes y un después.


¿Has notado algún cambio impactante desde que comenzó el proyecto aperturista de Arabia Saudí?


Mis amigos de Riyadh me dijeron que el año pasado es cuando más se notaron los cambios. Yo he llegado un poco tarde. Aun así, he vivido la apertura de la primera academia de Pole Dance de la ciudad. Un deporte tan estigmatizado, clasificado como una actividad de prostitutas y bailes por dinero, en una de las ciudades más extremistas del mundo, era impensable. Voy a clases allí, veo a mujeres sauditas explorar su sexualidad y me emociona. Es un cambio muy pequeño con mucho significado. Verlas libres y deshinibidas es satisfactorio.



Y tú, ¿tienes algún proyecto en mente?


Quiero hacer un workshop sobre feminismo y educación sexual, sólo para mujeres. Tengo la idea en mente, pero todavía no tengo los medios suficientes para llevarlo a cabo. Me gustaría estudiar un poco más sobre educación sexual y la menstruación, para tener una base teórica. No quiero dinero a cambio, porque aquí lo necesitan más que en ningún otro sitio. Mi intención es hacer algo que pueda ayudar a la revolución de las mujeres sauditas.


IMÁGENES DE PAULA BELENDA EN SUS VIAJES

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1 Comment


Me encantó conocer un poco a Paula a través de esta entrevista. Una mujer que inspira.

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BY IZAR LIZARRALDE

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